GABO

By Manuel
Por cursi y alienado que parezca, a mi me gusta unirme a las celebraciones de aniversarios de Gabo (en el 2002 participé en una lectura sin fin de ‘El General en su Laberinto’, la tengo en video para los interesados) y este 2007, ‘el año de Gabo’, no podía ser la excepción, es por eso que mi publicación de esta semana habla expresamente de esa relación lector-genio que he mantenido con Gabo, aunque el jamás lo sabrá.
***

Me precio mucho de haber estudiado en un colegio en que la lectura era parte fundamental de nuestra formación, (en décimo grado leí 17 libros), y aunque, en mi época estudiantil mi profundo amor eran las matemáticas y la física, mi condición de nerdo me obligaba a frecuentar la literatura de vez en cuando, al menos por obligación. Mi primera intención con los libros siempre era noble pues le reportaba a mi madre la necesidad del libro y ella, con ese compromiso tan propio, siempre lo conseguía, a veces original, a veces pirata y a veces de segunda; yo empezaba juiciosamente la lectura y con el tiempo suficiente para concluirla mucho antes de la evaluación; pero siempre se atravesaban ejercicios de algebra, problemas de trigonometría y laboratorios de física que me apasionaban mucho mas y mi relación con el libro terminaba siendo el acercamiento a un buen resumen, un análisis que el hermano mayor de alguien nos prestaba o me salvaba con una exposición sobre la vida del autor (las biografías siempre me han apasionado) que reemplazaba a la evaluación.

Hubo solo una vez, y no recuerdo la razón, que no reporté la necesidad de un libro, sino que decidí pedirlo prestado en la biblioteca un fin de semana y la expectativa era que en los cuatro fines de semana que faltaban para la evaluación, repetiría el ejercicio hasta que terminara de leerlo. Al mediodía del viernes lo solicité y me entregaron un libro antiguo, mil veces leído, pero muy bien conservado y recuerdo esa sensación de libro importante que me transmitió cuando lo recibí. La tarde del viernes, saqué el libro de la maleta y empecé a leer ese fragmento que, hoy en día, me sé de memoria. Me embebí absolutamente en un mundo tan cercano como fantástico y si me despegué de el fue por el agotamiento que sentí a las 12 de la noche, pero dormí con el deseo incontenible de despertar lo antes posible para continuar la lectura. El sábado a las 6 de la tarde, en pijama, sin bañarme y solo haciendo las pausas fisiológicas obligadas, concluí mi primera lectura de Cien Años de Soledad. Recuerdo haber compartido con mi familia que acababa de concluir el libro más interesante de todos los que me había correspondido leer en el colegio, el único capaz de aplazar mi tiempo para las matemáticas hasta el domingo. Desde ese día empecé a compartir respuesta con tanta reina de belleza tonta cuando me preguntaban sobre mi escritor favorito. De ese libro jamás me hicieron una evaluación y poco me importó; mi vida continúo igual y mi romance excluyente con las ciencias exactas siguió siendo la razón de mi vida académica al punto de convertirme en ingeniero.

Algunos años después, cuando mi amor por las ciencias exactas ya admitía que compartiera mis afectos con la lectura, quise volver a leer el libro, lo estuve buscando en varias librerías hasta que encontré una edición interesante, en oferta, nada parecido a la edición que había leído en el colegio. Lo que más recuerdo de esa edición es que la letra era muy pequeña, pero igual lo compré, lo leí y lo mantuve en mi poder hasta que, con mi beneplácito, se fue del país a acompañar a una buena amiga. Mientras mi primer ‘cien años de soledad’ viajaba por el mundo, en una librería encontré otra edición que me gustó mucho pues incluía información adicional que me pareció muy interesante. Su lectura fue mi compañera en un viaje a mi historia, por las tierras donde creció mi abuelo.

Fue muy emotivo saber que Gabriel vivió en París en el mismo cuarto que murió Rocamadour.

Cuando estaba en cuarto de primaria recuerdo haber leído ‘El Coronel no tiene quien le escriba’ y recuerdo la cara de sorpresa y luego los comentarios llenos de picardía cuando descubrimos que el Coronel había necesitado no se cuantos años para darse cuenta que comía lo que tristemente comen muchos de nuestros compatriotas.

La lectura también ha sido mi refugio de despechos y tristezas, alguna vez me encontré en la biblioteca de mi casa ‘El olor de la guayaba’, lo leí en menos de un día y me ayudó en mi pasión conexa de la lectura: la escritura. Por algo digo que 4 de las cosas que más me gustan las aprendí en los primeros años de mi vida: Hablar, caminar, leer y escribir. La quinta la aprendí mucho después y no hace falta que la nombre porque es lo que todos están pensando.

En alguna entrevista le escuché a Gabo que uno de los libros que mas le gustaba era ‘El amor en los tiempos del cólera’ porque narraba de alguna manera el fantástico romance de sus padres. Recordé que en mi memoria ese libro aparecía como el recuerdo más antiguo de un lanzamiento de libro importante, por allá en 1985. Es un libro que jamás he comprado pero que alguna vez intercambié “temporalmente” por uno de mis amados libros de física cuando ya esos dos amores habitaban mi corazón.

Y como no hablar de ‘Vivir para contarla’: la historia no es lo que ocurrió sino lo que cada uno recuerda. Lo compré tan pronto salió al mercado, pudo mas el aprecio y admiración por Gabo que mí NO rotundo de enamorarme de Best Sellers. De ese libro perdí completamente el rastro porque un día mientras dictaba clase en una universidad que no mencionaré, alguno de mis respetados alumnos decidió robarlo. Estaba tan atrapado en su lectura, que solo interrumpía para preparar y dictar clases, que tan pronto salí de la universidad me dirigí a una librería y lo compré nuevamente. Ojalá el hamponzuelo, que hoy ya debe ser ingeniero o estar próximo a serlo, lo haya disfrutado tanto como yo o sino por lo menos haya tenido el gesto noble de dárselo a alguien que sí lo haya disfrutado.

FELIZ CUMPLEAÑOS GABO.


PD: Como sé que Gabo jamás leerá este escrito le encargo a usted, amigo lector, que si se encuentra con él le de saludes de mi parte.

LINKS SOBRE EL HOMENAJE
Revista Cambio
Revista Semana
Caracol Radio
Wikipedia
Diario El País (España)
Diario El Heraldo (España)

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