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Mostrando las entradas de abril, 2007

EN UNA AMBULANCIA

Por Alejo Quintero. Joaquín sabía que la próxima vez que se encontrara con Gerardo las cosas no iban a terminar bien. Un domingo por la tarde mientras caminaba de regreso a su finca, vio a lo lejos, en la puerta de la tienda de Doña Carmen, a su enemigo, se acercó sigilosamente y cuando se encontraba a una distancia conveniente desenfundó el machete, lo estrelló contra una piedra para que el sonido alertara a su contrincante porque no quería ser un enemigo desleal. Tan pronto escuchó el golpe, Gerardo entendió el mensaje, soltó la botella de cerveza que tenía en la mano y rápidamente desenfundó el machete y tomó posición de combate. Doña Carmen no permitió que pelearan en frente de su tienda así que enfundaron nuevamente y se fueron a un potrerito solitario propiedad de Venancio López. Nadie los acompañó. En el potrero desenfundaron nuevamente y empezaron a retarse estrellando los machetes contra el piso y cambiándolos de mano con maestría. Joaquín percibió un descuido de su oponente y

METAMORFOSIS

Por Alejo Quintero. Mientras Manuel se preparaba para la cirugía pensaba en todas las cosas que podrían cambiar en su vida. No iba a ser una metamorfosis como la de Gregorio Samsa, así que no despertaría una mañana cualquiera para encontrarse convertido en un monstruoso insecto. Era cierto que internamente seguiría siendo la misma persona pero, definitivamente dejar de usar las gafas era algo que, incluso en el sentido exacto de la expresión, le permitiría ver la vida de una manera diferente. Tal vez fue gracias a estar inmerso en cavilaciones de ese estilo que no se dio cuenta cuando la enfermera castigo una de sus nalgas con una inyección ni tuvo absoluta conciencia de cómo fue que entró a la sala de cirugía. Una vocecita amable lo volvió a la realidad mientras la silla en la que estaba sentado se reclinaba y una mano suave le entregaba una pelotita antiestrés: ‘Relajadito y tranquilo que esto no se demora nada.’ Manuel usaba gafas desde los 4 años cuando por culpa de una ambliopía i

RESURRECCIÓN

Por Manuel Pido excusas si les resulta aburrido, tal vez fue por haber estado en tinieblas durante la Semana Santa que me dio por ponerme a jugar al teólogo. Uno de los eventos que más ha puesto en duda mi fe, fue la muerte de mi abuela. Ella fue una mujer excepcional y un ejemplo de cristiandad; y aunque en mis recuerdos de infancia no aparece muy apegada a los ritos, en su vida siempre promulgó con hechos el amor al prójimo. Algunos años antes de morir, la escuché decir que lo único que ella le pedía a Dios era que no la fuera a dejar morir de cáncer porque le parecía una muerte dolorosa y muy triste. El 24 de febrero de 1993 murió de un cáncer que la destruyó en un año, un año doloroso y muy triste para toda la familia. Los sicólogos aconsejaron no contarle que la enfermedad que padecía era cáncer y al parecer nunca lo sospechó, lo cierto es que asumió toda la enfermedad y la agonía con un estoicismo admirable, sin dejar de preocuparse por los asuntos de la casa (aunque ya no pudie

INOCENCIA

*** PRIMER ESCRITO CON NUEVOS OJOS **** Por Alejo Quintero Camilito encontró en el corredor de su casa un insecto que jamás había visto. Se trataba de un bicho pequeño pero voluptuoso para su tamaño, de un color oscuro difícil de definir y con unas alas grandes pero no tan grandes como las de una mariposa. Se acercó lentamente al animal y mientras lo observaba descubrió que se encontraba lastimado pues no intentó huir a pesar de la cercanía del pequeño humano que lo fisgoneaba. - ¿Tía, como se llama este insecto? – preguntó Camilito. - Es una polilla – respondió la señora. Corrió a su cuarto y buscó en un libro de muchas cosas donde, a pesar de su corta edad, Camilito era capaz de encontrar información útil para su vida. El libro afirmaba con contundencia: “Aunque las polillas son familiares de las hermosas mariposas, no era muy grato tenerlas en casa pues se comen la ropa”. Mientras Camilito adelantaba su investigación, la tía tomó suavemente a la polilla, se acercó