Entradas

Mostrando las entradas de enero, 2009

EL TÍO JULIO

Por Alejo Quintero Siempre en la casa de la abuela, en vacaciones o un sábado o un domingo cualquiera, o una noche de jueves o de martes, pero siempre en la casa de la abuela. Al comienzo tímidos y prevenidos; después los juegos, las discusiones, la risa, los juegos, la bronca, el llanto, los juegos. Tantas variaciones y emociones que solo a nuestros padres se les ocurriría llamar: rutina. El campo de juego, el campo de batalla, un imponente salón de eventos, un hospital, una basta jungla, un parque de diversiones, una ciudad. La casa de la abuela podía ser todo eso, éramos capaces de transformar cualquier rincón, cualquier mueble, cualquier habitación, cualquier adorno. Todo excepto un espacio que con el paso del tiempo se volvió sublime. En cualquier instante aparecía por la puerta principal el tío Julio con su cabeza grande, su barba descuidada, su caminar desgarbado, su voz grave y profunda y ese acento tan particular entre francés y argentino. Saludaba a nuestros padres y para cad