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Mostrando las entradas de enero, 2008

REGRESO

Por. Alejo Quintero No era fácil regresar a Guayaquil después de tanto tiempo, 19 años es una cifra muy grande para alguien de 33 y “regresar” es un verbo muy confuso para alguien que visita por primera vez una ciudad. Conocí a Laura la tarde de un jueves de agosto en Bogotá. Yo estaba jugando fútbol con mis amigos, en la desagradecida posición de portero, cuando una dulce niña de cabello negro rizado y carita dulce cruzó tomada del brazo de su madre. No pude despegar mi mirada del negro contundente de sus ojos y mis amigos dicen que en ese momento me anotaron un gol, yo no lo recuerdo. Cuando el rubor de sus mejillas alcanzó un tono que hizo evidente su timidez, apartó su mirada de la mía con un movimiento sublime de su cabeza que me obligó a detallar la hermosura radiante de su cuerpo tan finamente delineado. Sin lugar a dudas, el mayor espectáculo de ternura y sensualidad que jamás había visto en mi vida. La voz de mi amigo Edgar me sacó abruptamente del aturdimiento con uno de esos