LOS ZAPATOS COLGADOS DEL CABLE

Por Alejo Quintero.

No sé en que lugar de la ciudad me encuentro, ni siquiera tengo plena certeza de que sea la misma ciudad de los últimos meses. No sé la hora, ni el día, ni el año. Solo sé que estoy tirado en la acera de una calle solitaria, con la misma ropa de las últimas semanas pero más sucia y envuelto en cobijas malolientes. No logro identificar nada de lo que me rodea, asumo que habrá basura por el olor, aunque desconozco si se trata de mi propio aroma.

El silencio se rompe por el fugaz sonido de raudos automóviles, sirenas de ambulancias y patrullas, algún grupo de gente gritando o riendo y de vez en cuando alguna ráfaga de balazos. Siento en el oído un chillidito sutil pero incesante que me impide saber a que distancia se produce cada sonido. Lo que sea que estoy metiendo es cada vez más poderoso y le pega más duro a mi sistema nervioso.

Hace muchos años que empecé a meter vicio para olvidarme de la vida que me había tocado vivir y que nunca me gustó, y poco a poco me empecé a olvidar también de los detalles importantes y a veces hasta de los recuerdos del día anterior. Los recuerdos en mi mente deambulan por mi cerebro como yo deambulo por el mundo inspirando miedo, nostalgia, tristeza, indiferencia y lástima.

La calle está solitaria y no logro reconocer lo que me rodea, escasamente un par de zapatos colgados en un cable eléctrico. Abandonados y sucios como yo, pero al menos acompañándose el uno al otro. Así éramos con mi hermano, abandonados por el mundo pero siempre juntos. Hay muchas cosas que ya no recuerdo de mi vida con él por culpa del maldito vicio.
***
Mi mamá está en la esquina discutiendo con mi hermana mayor, que siempre fue más cariñosa con nosotros. Yo estoy impaciente por saber de qué discuten, pero siempre que intento acercarme me sacan a gritos; mi hermano está sentado en el borde del andén leyendo una revista de muñequitos. Fue muy poco lo que estudiamos en el colegio pero a mi hermano le sirvió para aprender a leer y le gusta mucho; mi hermana le regala cuentos que cuando termina de leer cambia por algo de comer; un señor que vende tinto en la calle le presta revistas de muñequitos, el las lee y se las devuelve. Mi mamá y mi hermana siguen discutiendo y a mi hermano parece no importarle. Mi hermana es muy bonita y siempre está pendiente de nosotros, hasta hace poco trabajaba con mi mamá pero ahora que anda con novio casi no la pasa en la casa, pero llega con más plata. Yo no sé en que trabajan a nosotros nos mandan por la mañana a la escuela, cuando se puede, y por la tarde nos la pasamos en la calle pero no es peligroso porque ya la gente del sector nos conoce y está pendiente de nosotros. Mi mamá dice que mi papá se murió pero siempre que hablan de eso terminan peleando con mi hermana. Después de leer las revistas, mi hermano me cuenta lo que lee, es muy emocionante como lo cuenta y me dice que también le gusta inventar aventuras similares. Yo quiero mucho a mi hermano porque es el único de la casa con el que me entiendo bien a pesar de que somos tan distintos; la gente dice que es porque somos mellizos. Hace poco le regalé a mi hermano un libro de cuentos para agradecerle porque un día que peleé con mi mamá, la convenció de que no me pegara. Mi mamá me preguntó que de donde lo había sacado y yo le dije que un señor me lo había regalado en la calle pero que como yo no leía se lo traía a mi hermano. A mi hermano no tuve que contarle para que supiera que me lo había robado. Lo leyó con mucho cuidado para no ensuciarlo ni dañarlo y poderlo devolver cuando lo leyera y así lo hizo.

Después de la pelea de esa tarde entre mi mamá y mi hermana, mi hermana se fue de la casa y empezamos a verla cada vez menos. Una vez que fue a visitarnos estaba embarazada. Ese día parece que hicieron las paces con mi mamá, nos llevó regalos, ropa y nos invitó a almorzar en una pollería del centro.
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Así son mis recuerdos, deambulan por mi cerebro como yo deambulo por el mundo inspirando miedo, nostalgia, tristeza, indiferencia y lástima.
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Mi hermano y yo ya somos casi adultos y seguimos siendo muy unidos, ahora ya no estudiamos, nos la pasamos haciendo “trabajos” para amigos de mi mamá y hace mucho tiempo que no sabemos nada de mi hermana; la última vez que la vimos nos dijo que ya éramos muy grandes, que fuéramos buenos y no hiciéramos sufrir a mi mamá. Llevó a sus dos hijos, unos pelaos regrandes para ser sobrinos de nosotros y se ve que son niños “bien”, no lacras como nosotros, bueno, como yo porque mi hermano es diferente. Ese día mi hermana le regaló plata y una blusa a mi mamá. A mi me regaló unos tenis por los que después me tocó cascarle a un man que intentó robármelos. A mi hermano le regaló una chaqueta y como todavía le gusta leer le regaló un libro que le gustó mucho, no me acuerdo que libro era pero me acuerdo que era de un tal Andrés Caicedo y me acuerdo porque también somos de apellido Caicedo.

Mi hermano y yo hemos aprendido muchas mañas en la calle pero yo no dejo que el se ensucie mucho las manos. Los “torcidos” más calientes siempre los hago yo. Ninguno de los dos terminó de estudiar pero mi hermano se la pasa leyendo cuando no estamos “trabajando”. Mi hermano es tan culto que el otro día duró como media hora hablando de escritores, filósofos y huevones de esos, con un man al que estábamos atracando. Por eso es que no me gusta que haga trabajos sucios porque mi hermano es un tipo bien que resultó en esto porque no aprendió a hacer ni mierda más y porque con esto es que uno deja de andar tan pobre y tan jodido. Una vez a mi hermano lo pilló la policía atracando en la calle pero el man alcanzó a salir corriendo, cuando yo vi eso me le enfrenté al tombo y como mi hermano y yo nos parecemos el man se confundió y al que encanó fue a mi. Estuve como 3 días porque el tombo se “enamoró” de mi por lo que le casqué. Solo mi mamá fue a visitarme porque si mi hermano iba de pronto lo reconocían y lo encanaban también, además nos convenía que solo uno de los 2 tuviera antecedentes porque así podíamos engañar a la policía. Mi mamá me contó que mi hermano andaba muy raro, casi no hablaba y que tampoco había leído mucho, se la pasaba pensando. Cuando salí de la cárcel y volví a la casa volvió a ser el de siempre.
***
El silencio se rompe por el fugaz sonido de motores de autos veloces, sirenas de ambulancias y patrullas, algún grupo de gente gritando o riendo y de vez en cuando alguna ráfaga de balazos. Siento en el oído un chillidito sutil pero incesante que me impide saber a que distancia se produce cada sonido. Tan solo puedo contemplar a mi hermano y yo tomados de la mano haciendo malabares en un alambre como si fuéramos un par de zapatos olvidados y colgados en el cable de la luz.
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La primera vez que nos robamos una moto fuimos rápido a mostrársela a mi mamá y casi no la encontramos, estaba en un barrio al que casi no iba porque nos habíamos peleado con un man de por ahí al que le caímos mal y nos amenazó. En esos días yo me desquité con un hijo de él metiéndole una puñalada y le dije: “dígale a su papá que deje de ser sapo y que no joda”. Mi hermano se emputó conmigo por haber sido así de cerdo con el pelado que no tenía la culpa y puso a mi mamá en mi contra. Fue de las pocas veces que peleé con él. Cuando nos reconciliamos decidimos no volver a ese barrio para no volver a pelear por culpa de ese sapo huevón. Mi mamá nos invitó aguardiente para celebrar y tampoco volvió a ese barrio a pesar de que por allá tenía un noviecito.

Nos pareció muy extraño que mi mamá hubiera vuelto a ese barrio pero era el único sitio en el que nos faltaba buscarla. Además la moto era una bala y nos hubiera valido mierda recorrer la ciudad entera en ella.

En una de las esquinas del barrio, desde lejos, alcanzamos a ver a mi mamá. Parecía estar discutiendo con alguien pero no se veía muy bien quien era, así que apagamos la moto para no despertar sospecha y nos acercamos lentamente. Como a una cuadra vimos que era el sapo hijueputa que nos había sacado del barrio y entonces nos fuimos a enfrentarlo de una, pero no alcanzamos a llegar antes de que le pegara a mi mamá. Eso nos emputó mas y nos fuimos encima del man; cuando el tipo se dio cuenta dejó de pegarle y entonces nos dimos cuenta que le estaba cascando con la cacha de un revolver porque de una nos apuntó. Estábamos tan emputados que ni siquiera nos importó que nos apuntara y seguimos corriendo con furia dispuestos a cobrarle a golpes por haberle pegado a mi mamá. Como no nos detuvimos, disparó.

El tipo se asustó y salió corriendo, mi mamá se levantó del piso con la cara ensangrentada y empezó a gritar y a llorar…
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Solo sé que estoy tirado en la acera de una calle solitaria, con la misma ropa de las últimas semanas pero más sucia y envuelto en cobijas malolientes. Los recuerdos en mi mente deambulan por mi cerebro como yo deambulo por el mundo inspirando miedo, nostalgia, tristeza, indiferencia y lástima. Mi hermano murió y yo no, pero como siempre fuimos uno solo yo tampoco quise vivir mas. Nuestras vidas fueron una sola y yo por culpa de este maldito vicio ya no sé cuál de los dos fui.

Comentarios

Anónimo dijo…
Wow El significado de los zapatos colgados en el cable

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