POR LOS LADOS DE LA SEXTA

Por Alejo Quintero
Jair salió de su apartamento cuando ya estaba aburrido de ver televisión. Lleva 3 meses viviendo en ese viejo edificio del barrio centenario, por donde empieza la sexta y donde dizque fue que apareció muerto Andrés Caicedo, pero eso a quién le importa si ya casi nadie sabe quien fue ese man. Se fue caminando por la sexta en medio del bochinche y la rumba, con esa elegancia que ahora lo caracteriza y seguro de que si se encontrara con sus viejos amigos no lo reconocerían. Pero a quién se va a encontrar, si Cali ya no es la misma, ni la sexta es la misma y ni siquiera él es la misma persona.


‘Es increíble que todavía exista el bar en el que conocí a Carolina’ pensó, mientras su mente se llenaba de recuerdos.

Fue una noche de feria y él había ido con sus amigos del colegio a conocer hembritas y pegarse una borrachera la hijueputa porque ‘esta es la mejor feria del mundo, oís’. Como a las 8 de la noche llegó una vieja buenísima que caminaba como una reina y la acompañaban otras dos que, aunque eran bonitas, no le daban ni a los talones. ‘Seguro que es la mujer de un traqueto’ ‘Esperate yo saco a bailar a una de las amiguitas a ver que averigüo’. Jair se animó y se fue caminando ‘con ese tumbao que tienen los guapos al caminar.’ Bailaron un disco y otro y otro y otro.
- ¿Y qué averiguaste, ve?
- Que se llama Carolina y es una hembra encantadora.
- ¿Pero es mujer de traqueto o no?
- Ah yo no sé, la que se llama Carolina es la amiga.

Se tomó un aguardiente y se fue a seguir bailando. Cuando sonó ‘Nuestro Sueño’ de Niche la besó y se sintió ‘el único dueño del amoooor’. Esa noche de diciembre empezaron tal vez los años más felices de su vida.

Carolina y Jair eran como uno solo. Tantos domingos en Pance, tantos almuerzos en el 18, tantos fines de semana de finca, hasta en unas vacaciones se las dieron de deportistas y subieron todas las mañanas al cerro de las tres cruces. Fueron los protagonistas de dos escapadas que hicieron historia entre su grupo de amigos; a Popayán en su semana de ‘pasión’ y a Bogotá a donde unas tías de Carolina, según dijeron en la casa de Jair y a donde unos primos de Jair según dijeron en la casa de Carolina. ‘Es que yo por esa vieja hago lo que sea’ les decía a todos sus amigos con una convicción que jamás había mostrado por nada.

Un miércoles de septiembre en la noche, bebiendo aguardiente en la loma de los artesanos les confesó a sus amigos que al otro día se iba para Miami a llevar un ‘encargo’ y que volvía en dos semanas. ‘Tres viajecitos de esos y consigo la plata para casarme con Carolina’.

Nunca se volvió a saber de él.

Siguió caminando por la sexta en medio del bochinche y la rumba, con esa elegancia que ahora lo caracteriza y seguro de que si se encontrara con sus viejos amigos no lo reconocerían. Pero a quién se va a encontrar, si Cali ya no es la misma, ni la sexta es la misma y ni siquiera él es la misma persona. Ahora se llama Margarita y trabaja por ahí, por los lados de la sexta.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

REINICIO

LOS ZAPATOS COLGADOS DEL CABLE

EL DIA QUE CONOCÍ A LA BISNIETA DE GUILLERMO VALENCIA EN UN AVIÓN