PARADOJAS

Juan es tal vez el mejor arpista que he conocido en mi vida, su familia cuenta que desde niño mostró un talento sorprendente por la interpretación de aquel instrumento y que, con disciplina y muchas dificultades, se dedicó a cultivar ese talento pero como la situación económica de la familia siempre fue difícil, no lo pudo asumir como profesión. El único oficio diferente a la música que aprendió Juan fue el de albañil al lado de su tío con quien trabajó desde muy joven. Con ese trabajo se pagaba algunas horas de estudio los fines de semana, en una academia de música. Después de años de trabajo y ahorros difícil, compró un arpa usada y él mismo la dejó como nueva, entonces dejó de asistir a la academia y empezó a practicar todas las noches cuando llegaba de trabajar, en ocasiones se le hacía muy difícil porque sus manos agotadas no se desempeñaban igual. A los 21 años Juan entró a hacer parte de un grupo musical y pensó que estaba próximo su retiro como albañil, pero como el grupo era poco reconocido, no resultó ser tan rentable como Juan esperaba y tuvo que seguir apoyándose en su oficio de albañil. La situación era difícil y las que más sufrían el rigor de los dos trabajos eran sus manos. Un viernes en la noche el grupo tuvo una serenata tan exitosa que se prolongó por mas de cinco horas. A la mañana siguiente, Juan llegó tarde a la obra y el capataz, como castigo lo envió a descargar un camión que acababa de llegar con varillas y bultos de cemento. Sus manos estaban exhaustas por culpa de la serenata sinfín y el trajín de toda la semana, descargando un par de bultos, no respondieron. La fractura fue tan grave que Juan estuvo incapacitado por más de tres meses. Jamás pudo volver a tocar el arpa.
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Angela y Sandra nacieron una tarde soleada de domingo con escasos 40 minutos de diferencia. Fue un trabajo de parto extenuante para su mamá pero gratificante porque las dos nacieron llenas de vida aunque desde ese mismo instante se hizo evidente que Angela era mucho más bella, ‘parecía un ángel’, dijo el papá.
En su niñez y adolescencia Sandra siempre fue opacada por su hermana quien no solo tenía más pretendientes sino que además se destacaba por su liderazgo en el colegio y por ser mucho más hacendosa en la casa. Sandra era huraña, solitaria y muy tímida, tan solo se dedicaba a estudiar y aunque su rendimiento académico siempre era digno de elogios, su inseguridad le impedía destacarse. Un sábado de agosto, cuando tenían 16 años, las invitaron a una fiesta, Angela no pudo asistir porque se encontraba fuera del país en un congreso de estudiantes. Sandra tuvo una sensación de tranquilidad y libertad sin la presencia de su hermana que solo se vio opacada cuando vio a Bernardo, un muchachito atractivo y tan amable que ella no entendió como era que estaba sin novia. Congeniaron de tal manera que conversaron y bailaron toda la noche. Sandra estuvo a punto de besarlo varias veces, y seguramente él también, pero la parte tímida de ambos apareció en los momentos menos oportunos. Bernardo visitó a Sandra el sábado siguiente por la tarde y cuando conversaba encantado con esa niña dulce y tímida que pensaba convertir en su novia, vio a la mujer más hermosa que jamás había visto, su mente y su corazón se turbaron de tal manera que se olvidó por completo de Sandra.
Angela y Bernardo fueron la pareja que todo mundo envidiaba y sus familias eran felices con esa unión, incluso Sandra, después de muchas noches de llanto pudo superar el dolor. Un año después, a los 17 años Angela quedó embarazada de Bernardo y los padres de ambos los obligaron a casarse con el compromiso de que siguieran estudiando. Algunas dificultades económicas que afectaron a muchas familias del país hicieron que el compromiso fuera difícil de cumplir. Hoy en día, el hijo mayor de Angela y Bernardo tiene 12 años, Angela es una conforme ama de casa, madre de 3 niños, Bernardo es un empleado que vive apenas con lo que gana y a veces llama a su cuñada Sandra a insinuarle que vivan aventuras pero ella presta poca atención y es que, obviamente muy poco le van a interesar esas propuestas a la Gerente Comercial de la industria de alimentos más grande del país y una de las solteras más cotizadas de la ciudad.

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Camilo mostró su afición por los carros desde muy pequeño y su padre siempre trato de cultivarle esa pasión aunque sus posibilidades económicas eran bastante limitadas. Por aquel entonces tenían un Renault 4 en el que Camilo aprendió no solo a conducir sino todos los principios técnicos del funcionamiento de un carro. A sus 10 años ya conducía el carro con una habilidad que ni siquiera su papá parecía tener. Desde muy joven empezó a ahorrar para cumplir su gran sueño de competir como piloto profesional en cualquier categoría de automovilismo, pensaba en la fórmula 1 pero mantenía los pies en la tierra: ‘Es que para llegar a la fórmula 1 si es que toca tener mucha plata’. A los 16 años convenció a una familia del pueblo de que ya era mayor de edad y lo contrataron como su conductor oficial con un buen salario. A los 17 complementó ese trabajo, y sus ingresos, manejando un taxi por las noches. A los 19 años consiguió el trabajo que no solo lo acercaba a su sueño sino que le permitía reunir el dinero suficiente para cumplir su objetivo y ser piloto profesional a los 23 años: Conductor de ambulancias de la empresa que, entre otros clientes, atendía los eventos del autódromo. En apenas 3 meses era ya reconocido entre sus colegas por ser capaz de conducir a altísimas velocidades sin dañar un solo carro y garantizando la comodidad de los pacientes. En ese entonces lo empezaron a llamar ‘Cami Raikonnen’. Los sábados trabajaba cerca de las zonas de rumba donde más accidentes ocurrían y para los domingos logró que lo nombraran conductor oficial de la ambulancia del autódromo y consiguió contactos claves que lo dejaban practicar en horas libres y sin que nadie lo supiera e incluso un día le permitieron conducir el ‘safety car’. A los 23 años, tal como lo había planeado, Camilo cumplió su sueño, después de presentarse a pruebas, en un equipo local, con otros 6 candidatos. En dos extenuantes días ‘Cami’ devoró la pista cientos de veces y puso a los demás a ‘morder el polvo’. Debutó 5 semanas después en la misma pista, en un fin de semana inolvidable: registró el mejor tiempo en las 4 sesiones de pruebas y en la clasificación se ganó la ‘pole position’. Los que estábamos allí tuvimos la sensación de ver el nacimiento de un campeón. La carrera empezó a las 13:00 pero 25 minutos después vino la primera bandera amarilla, el carro del gran ‘Cami Raikonnen’ acababa de chocar brutal e inexplicablemente cuando su ventaja sobre el segundo era más de media vuelta. Camilo llegó sin vida al hospital porque el conductor de la ambulancia era nuevo en ese oficio y no lo pudo llevar tan rápido como se necesitaba.

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