POSLUDIO

By Alejo Quintero
Una vez mas se me ocurrió invitarte a uno de esos planes que solo me gustan a mi, una vez mas, como tu dices, tu opinión me importó un culo y una vez mas, a regañadientes me complaciste. Creo que en el fondo a los dos nos gusta este juego tan estúpido.

La obra de teatro no fue tan buena pero a mi me gustó, tu por el contrario no disimulaste tu cara de enojo en ningún momento, ni siquiera fuiste capaz de sentarte a mi lado. ¿y para qué carajos me acompaña si se va a sentar en la mierda? Pensé. Mis fortuitos vecinos de silla se reían disimuladamente de mi soledad; a ti nadie te determinó, solamente yo que de vez en cuando apartaba mi mirada del escenario y me embelesaba contemplando tu belleza.

Al final de la obra nos reconciliamos comiendo empanada con gaseosa, creo que a ti te gusta que te sorprenda con tonterías, tus ojos jamás me mienten. El tendero se burlaba de mi forma de comer, tanto que ni siquiera se percató de tu presencia. Parecía que yo fuera el único capaz de apreciar tu hermosura.

¿Quieres un beso con sabor a empanadita? Tu respuesta fue una sonora carcajada que sutilmente fundiste con ese apasionado beso con el que siempre me dices que todo está olvidado.
No sé como llegamos de la cafetería a la cama y la verdad poco me importa. Parece que algunos episodios de mi vida se borraran cuando jugamos a seducirnos. Nos entregamos con esa pasión que solo tu y yo entendemos, esa extraña pasión que alimentamos con la furia que nos produce el saber que nos amamos pero no somos capaces de entender algunas realidades inobjetables.

Te acompañé hasta tu casa y nos despedimos, como siempre, con ese beso furtivo como de adolescentes y mi tradicional: ‘me perdonas?’ un misterioso silencio por poco me hace sucumbir y entonces tomaste mi cara entre tus manos y mataste mis miedos con otro beso. El vigilante de tu calle siempre me mira con lástima.

Caminé por las calles solitarias, acosado por el dilema de no saber si seguirte amando o mejor largarme y continuar mi vida sin ti. Por momentos siento que nada de lo de esta noche debió ocurrir pero no estoy seguro, tal vez en el fondo quiero que esta locura me termine de absorber de una vez por todas.

La celda del manicomio me devuelve la tranquilidad mientras contemplo la colilla de mi boleta y tu boleta intacta. ¿Sabes? Desde la ventana de mi celda se ve tu tumba.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

REINICIO

LOS ZAPATOS COLGADOS DEL CABLE

EL DIA QUE CONOCÍ A LA BISNIETA DE GUILLERMO VALENCIA EN UN AVIÓN