UN GRADO DE SEPARACIÓN.
Por Alejo Quintero. Durante la noche no tuvieron mucho contacto, sus acercamientos se limitaron estrictamente a lo que ofreció la casualidad y nunca tuvieron necesidad de cruzar sus miradas. Apenas tuvieron una percepción consciente de la existencia del otro cuando un amigo común les indicó que tomaran el mismo taxi pues eran los 2 únicos que vivían en esa zona de la ciudad. Cuando el vehículo se detuvo frente a ellos, el se adelantó, abrió la puerta y la invitó a que abordara el vehículo. Ella agradeció con una sonrisa. Primer cruce de miradas de la noche. Era un taxi un poco viejo pero en muy buen estado, de esos que tienen una separación entre el conductor y la silla de atrás, “Es que lo instalé en esa época en que los ladrones estaban alborotados y no lo quito porque en cualquier momento se vuelven a alborotar” explicó el conductor. Sostuvieron una conversación intrascendente sobre el evento y las personas que habían asistido, que concluyó cua