PERCANCE
By Alejo Quintero Pienso que absolutamente todas las personas en el mundo, e incluso fuera de él (si alguien conoce un astronauta, por favor pregúntele) ha vivido la experiencia de una afugia intestinal, tanto sólida como etérea. Asumo que a estas alturas de la lectura es inevitable que usted no haya recordado alguno de estos particulares percances y, por lo tanto, ya se encuentra perfectamente ambientado para conocer la historia de mi amigo Juan Jiménez [1] Eran las 13:35 horas y Juan caminaba con la placidez que concede un buen almuerzo y movido por su sana costumbre de caminar 20 minutos después de almorzar para hacer una mejor digestión, cuando su sistema digestivo se vio alterado por esa extraña sensación que motiva a las piernas a caminar más rápido en busca de un baño. Para muchas personas, el asunto se resuelve fácilmente entrando en cualquier cafetería, dibujando la mejor cara de angustia y el consecuente ‘me presta su baño por favor’, y remata con el tinte de humor barato, ‘t...