LOS ZAPATOS COLGADOS DEL CABLE
Por Alejo Quintero. No sé en que lugar de la ciudad me encuentro, ni siquiera tengo plena certeza de que sea la misma ciudad de los últimos meses. No sé la hora, ni el día, ni el año. Solo sé que estoy tirado en la acera de una calle solitaria, con la misma ropa de las últimas semanas pero más sucia y envuelto en cobijas malolientes. No logro identificar nada de lo que me rodea, asumo que habrá basura por el olor, aunque desconozco si se trata de mi propio aroma. El silencio se rompe por el fugaz sonido de raudos automóviles, sirenas de ambulancias y patrullas, algún grupo de gente gritando o riendo y de vez en cuando alguna ráfaga de balazos. Siento en el oído un chillidito sutil pero incesante que me impide saber a que distancia se produce cada sonido. Lo que sea que estoy metiendo es cada vez más poderoso y le pega más duro a mi sistema nervioso. Hace muchos años que empecé a meter vicio para olvidarme de la vida que me había tocado vivir y que nunca me gustó, y poco a poco me empec...